lunes, 23 de enero de 2017

Las collejas de Mireia

Siempre he dicho que Mireia me ha enseñado a vivir y que me ha ayudado a ser la persona en la que me he convertido. Siempre me he declarado fan de mi hija.
Queremos que los hijos sean mejores que nosotros y nos esforzamos en ser su modelo a seguir. Y ellos, nuestros peques, nos imitan y quieren ser de mayores como papá o como mamá. Somos sus superhéroes y nosotros, como padres orgullosos, sacamos pecho de sus actos, de lo buenos que son estudiando, o de como juegan al fútbol o bailan o como cuentan un chiste o una poesía... Los colgamos en redes sociales o mandamos un WhatsApp o les hacemos hacer sus "monadas" en las cenas de familia o amigos.

Todo eso está bien, pero creo que nos quedamos cortos. Muy cortos y no vemos en nuestros hijos todo lo que pueden ofrecernos y enseñarnos. Nos olvidamos de aprender de su inocencia, de sus ganas de vivir, de sus risas continuas, de su bondad, de su felicidad, de relativizar casi todo, de ser verdaderos amigos y decirse las cosas como son, de su sinceridad, de sus gestos, de sus juegos, de su energía infinita, de sus enfados de solo un minuto... No aprendemos de esos besos que nos dan sin ningún motivo. ¡Qué pocos besos damos sin venir a cuento y sin motivo! No aprendemos de esos "te quiero papi" "te quiero mami" que nos dicen porque si. ¡Qué pocos te quiero decimos!

Yo era fan de mi hija. Yo era fan de Mireia pero no me fijaba en esos detalles. No me fijaba en esas enseñanzas que me daba. Y ha tenido que ser desde que el "puto bicho" la mató para darme cuenta de las enseñanzas que Mireia me estaba dando. Ahora me estoy dando cuenta de ello. Mireia, además de ser mi hija, mi niña, era una persona que me transmitía sentimientos y enseñanzas que sin darme cuenta iban calando en mi personalidad. Mireia me ha hecho ser la persona en la que me he convertido. 

Mireia era feliz. Yo era feliz. Ahora no lo soy. No puedo serlo porque me falta mi motor. Sin embargo, Mireia me ayuda a seguir adelante. Cuando tengo mis momentos de bajón, que son muchos,  y no sólo en las fechas señaladas, noto la colleja de Mireia. 
Cada día de mi vida hay un hueco, un vacío, que me hace estar triste, solo, sin ganas de nada y Mireia me da esa colleja para que espabile. Esa colleja es una canción, una imagen, un recuerdo, o una acción o acto de muestra de cariño de toda esta gente maravillosa que me rodeáis. 
Estas collejas es lo que Mireia, con su bondad, hacía cuando estaba viva. Si yo tenía un mal día, mal humor, triste, cansado...Mireia se me acercaba y me daba un besito (sabían a gloria) o bien me decía "papi, te quiero". Y con su sonrisa contagiosa, con esos ojazos llenos de amor e inocencia era un chute de energía. ¡Arriba y a por todo!

Esas muestras de amor hoy son sus collejas. Las collejas de Mireia de "papi espabila que te quiero  mucho". Yo también te quiero mucho, cariño. 

Como dice la canción de Manuel Carrasco "Uno x uno"
Es buscarte sin saber y sentir escalofríos en el alma y en la piel.
Si te dijera lo que no se ve. 
Es quererte sin tener.
Es decirte buenos días con el beso que inventé. 
Cuando te pienso sonrío después.


#MireiaTeQuiero