martes, 28 de noviembre de 2017

Los amigos de Mireia

No hace falta que os diga que Mireia os quería mucho. Estaba orgullosa de sus amigas, de sus amigos, de sus novietes.

#MireiaTeQuiero

viernes, 27 de octubre de 2017

“Mireia” por Elsa Torres

"Déjame contarte una historia sobre una estrella que partió. Amplia sonrisa y enorme corazón. Que alguien no esté no significa que se haya ido"
"Para la estrella que más brilla y mi recuerdo más bonito. Quiero que sepas Mireia que yo nunca te olvido" (Elsa Torres)

Esta entrada es muy especial, emotiva y llena de sentimiento. Elsa, prima y amiga de Mireia, ha escrito, compuesto e interpretado esta canción dedicada a su prima.
Es una canción especial de una adolescente (porque ya no es una niña) brutal. Espero que os guste porque a mi me parece brutal.
Este vídeo está grabado el martes 24 de octubre del 2017 cuando grabó esta canción, “Mireia”, en los estudios de Sétimo Cielo de Zaragoza.

“La canción la escribí porque quería expresar de otra forma lo que creo que yo y más  personas sentimos. Porque aunque por redes sociales fuera escribiendo textos sobre como me sentía, tenía la sensación de que con una canción podría llegar a más personas o se entendería mejor el sentimiento“ Elsa Torres

Gracias Elsa. Te quiero!!!




#MireiaTeQuiero

miércoles, 20 de septiembre de 2017

II Memorial

Con orgullo, satisfacción, con unas ganas enormes, con mucho cariño y amor, y sobre todo con una sonrisa, queremos celebrar el "II Memorial, Mireia una Sonrisa Eterna" de pádel.

Después del éxito del año pasado donde se llegaron a recaudar 4000€ a favor de Cruz Roja para que ningún niño se quedara sin material escolar, donde se inscribieron 84 parejas, donde varios medios de comunicación se hicieron eco del memorial, su madre, Merche, y yo hemos decidido seguir haciendo algo para que la sonrisa de Mireia no se apague y para que esa sonrisa ayude a otros niños.

Este año, el II Memorial va a beneficio de ASPANOA (asociación de niños con cáncer). Para que estos pequeños y valientes héroes no pierdan su sonrisa ante esta horrorosa, cruel y terrible enfermedad que es el cáncer. 


Volvemos a celebrarlo en Pádel Plaza, profesionales a más no poder y gente de corazón enorme, los días 22, 23 y 24 de septiembre. Puedes inscribirte pinchando aquí.

Jugaremos al pádel, este deporte  que tanto me ha dado en todos los sentidos, sobre todo en el personal (gracias padelantes y happy´s). Disfrutaremos de tres días llenos de emoción, cariño, amistad y amor. Nos llenaremos positividad en cada abrazo y beso que nos demos. Y nos inyectaremos de fuerza con esa sonrisa de Mireia que nos está mandando allá donde esté.

El poder de la sonrisa de Mireia era brutal cuando se podía disfrutar de ella, y ahora, es imparable. 

Os esperamos!!!
#YoJuegoElMemorial
#MireiaTeQuiero

P.D. Volver a agradecer a cuatro personas que han vuelto a hacer un cartel especial. Gracias Elsa,Lucía, Marta y Ester. Os quiero mis preadolescentes.

martes, 1 de agosto de 2017

Gracias!!!! 44/ 2

44 / 2. Ayer 31 de julio fue mi 44 cumpleaños y mi segundo cumpleaños de mi nueva vida. De esta vida que nunca quise.

Como el año pasado fue un día de sentimientos encontrados. Por un lado, con es alegría de sentirte querido y estimado por toda la gente que me rodeáis. Felicitaciones de forma presencial o bien con llamadas de teléfono, por distintas redes sociales, sobre todo, whatsapp y facebook (264 publicaciones en mi biografía. Brutal!!!). Gracias porque de una manera u otra os tomasteis parte de vuestro tiempo en felicitarme, en desearme que pasara un buen día, que disfrutara...

Pero también fue un día triste. El segundo año de mi nueva vida, de una vida rota porque ya no está conmigo, con nosotros, mi hija Mireia. El segundo cumpleaños sin oír su "felicidades papi", sin recibir sus estirones de orejas ni sus besitos, sin recibir su regalo y su dibujo, sin regalarme su sonrisa cuando soplábamos juntos las velas. Mi segundo cumpleaños sin Mireia.

Pero en cierta manera, en cada felicitación vuestra sentí el "felicidades papi", el besito, el tirón de orejas, el abrazo, el cariño, el amor. A través vuestro sentí a Mireia. Y estuvo conmigo al ponerme la camiseta y la colonia de su último regalo y el ir a soplar las velas con ella, me sentí que ese vacío se llenaba con su energía. ¿Es energía? no lo sé. Al menos, a eso yo me agarro para seguir viviendo.

GRACIAS!!!! 
#MireiaTeQuiero

jueves, 6 de julio de 2017

El túnel de mi vida

En un túnel. Así vivo ahora desde ese maldito y asqueroso día en que el "puto bicho" acabó con la vida de Mireia y, en cierta manera, con la mía. Muerto en vida. Un túnel interminable, inhumano, duro y complicado.

A lo largo de nuestra vida entramos en túneles, unos más cortos, otros más largos pero (casi) siempre salimos de ellos. Se suele decir "por fin veo la luz al final del túnel". Pero yo de este túnel no veo esa luz al final y la del principio me cuesta mucho recordar como era. Supongo que sí existe pero ni la veo ni la intuyo ni la imagino ni siquiera sé si existe ya. No veo ese final porque Mireia no permitía que entrara en ningún túnel. Mi hija era mi luz, mi camino, mi vida, mi sonrisa, mis ganas de vivir, mi hacer, mi alma, mi motivación, mi superación, mi porqué...mi todo. Y ¿ahora?

Pero ese túnel oscuro, tenebroso, está lleno de luces que indican por donde seguir. Esas luces que indican el camino para no quedarte paralizado, inmóvil, depresivo, solo, perdido. Esas luces que te alumbran el camino y que te guían hacia ese posible final del túnel. Esas luces que siempre estuvieron, están y estarán para acompañarte en ese viaje que es la vida.

Esas luces que brillan, guían y acompañan son todas esas personas que no dejan a uno solo. Esas personas que me rodean y me ayudan. Sois todos vosotros que de una manera u otra me guiáis a buscar el final del túnel. Os aviso que el túnel es largo, mucho, y que sinceramente dudo que exista un final porque la muerte de una hija es inhumano, antinatural, muy doloroso y difícil de superar (si se supera).

Tendré que acostumbrarme a seguir viviendo en este túnel pero que con vuestra ayuda es mucho más llevadero. Algunas luces ya me veníais ayudando desde hace tiempo y otras nuevas os habéis encendido a lo largo de este camino. Familia, amigos, compañeros de trabajo y política, clientes, los que me conocéis personalmente o bien ya somos conocidos sin conocernos (que paradoja, eh) a través de las redes sociales, sois mis luces que me ayudáis a hacer este camino. Y de vez en cuando me sacáis del túnel a una salita a través de esas puertas de emergencia para disfrutar un poco de la vida. Lo conseguís pero ese túnel siempre esta ahí y te absorve metiéndote otra vez en él para seguir el camino de la vida.

Mi vida es un túnel. Un túnel interminable, inhumano, duro, complicado pero muy iluminado.



No quiero acabar esta entrada sin decir un "lo siento" a mis amigos de siempre: Crispe, Óscar, Tximo, Ramón, Cristina, Ana G, Marta, Ernesto, Ana A, Fran y Carmen. Os tengo "medio abandonados". Lo sé. Soy consciente de ello. Os quiero y lo sabéis. Pero me resulta muy doloroso, duro y difícil hacer lo que hacíamos. Todo lo hacía con Mireia y no sabía hacer nada sin ella. Me duele, y no sabéis como porque nunca os lo he dicho, el quedar, por ejemplo, todos juntos los sábados para ir a cenar y que Mireia no esté; o el ir a La Pineda y disfrutar del verano con vosotros. Sé que para vosotros es también muy duro porque nuestra Mireia, vuestra sobrina, era especial. Pero para mi ver la mesa y que falte un cubierto, ir a la playa, dar un paseo, celebrar un cumpleaños y que Mireia no esté es insoportable. Se me rasga el alma. Cuando quedamos hago esfuerzos para no derrumbarme y que no me notéis mal, pero es que duele una barbaridad. Lo siento de corazón. Necesito tiempo. Lo necesito.

#MireiaTeQuiero

viernes, 26 de mayo de 2017

Ay mi niña!

Ay mi niña! esta es la expresión que seguido de un suspiro me digo a mi mismo cuando me acuerdo de Mireia. Un suspiro que duele, que te quema por dentro y por fuera. Ay mi niña!
Es una expresión que digo en voz alta cada vez que entro a casa y veo la foto de Mireia. "Ay mi niña, te quiero mucho" y le doy un besito en la mejilla. Pero también es una expresión que me retumba en la cabeza cada vez que me viene un recuerdo o un pensamiento.

Es una expresión que, sobre todo, cada 26, 27 y 28 de cada mes me repito varias veces al día. Estos tres días.
Es una expresión que denota recuerdo, nostalgia, dolor, pena, tristeza, de alma rota y que me digo con rabia, impotencia, con enfado. 

Mireia es mi niña. Será siempre mi niña, esto no podrá quitármelo el puto bicho. Nunca. Mireia es mi vida. Todo giraba en torno a ella y a día de hoy todo sigue girando alrededor de Mireia. Es verdad que sigo viviendo, no queda otra, y que poco a poco me voy acostumbrando a hacer cosas e ir a sitios que antes no podía hacer o no podía ir. Es verdad que este mundo, a veces tan inhumano y cruel, no se detiene y no deja que te bajes. No se puede ni se debe. Pero no es menos cierto que vivir sin lo que más quieres en este mundo es muy duro, insoportable. Es una expresión que significa la incredulidad que a veces siento al no creerme lo que pasó ese inolvidable 26 de septiembre del 2015. Por eso, el exclamar esa frase hace que vuelva a la realidad que nunca quise y que es la verdadera, la que vivo.

Ay mi niña! cuánto te echo de menos. Cuánta falta me haces. Cuánta falta nos haces. Ay mi niña! cuánto te quiero. Cuánto te queremos. Ay mi niña! Ay mi niña!

#MireiaTeQuiero

miércoles, 26 de abril de 2017

Tres días

Tres días horrorosos. Tres días de sufrimiento, dolor, pena, tristeza, incredulidad, de llanto, pérdida, de sensaciones. Tres días que siempre recordaré. Nunca los olvidaré. Tres días que se repiten cada mes. Tres días, muerte, tanatorio y entierro. 26, 27 y 28. Tres trágicos días.

Tres días de septiembre del 2015 que fueron los peores de mi vida. Tres días que se repiten todos los meses y que no se pueden olvidar, ni saltar, ni desaparecer ni encerrarse en uno mismo. Tres días que hay que pasarlos y que nunca olvidaré lo que viví, sentí y lo que perdí.
Viví la muerte de mi hija. Lo más antinatural e inhumano que puede pasar un ser humano. Sentí como se me desgarraba el alma a la vez que sentía el cariño y amor de la gente; y perdí lo que más quería, mi niña.

Tres días que empiezan con la trágica madrugada del 25 al 26. Aquella trágica madrugada. Maldita noche. Puto bicho. El día 26 a las 14:30 horas, siempre es un mal recuerdo. Una mala sensación. Aquella asquerosa hora en la que los médicos certificaron la muerte de Mireia. Como duele escribir esta palabra: muerte.
Tres días. El 27, el día del tanatorio y del duelo. El día en que realmente fui consciente de lo que estaba sucediendo. El 26 estaba en una nube de incredulidad. Pero el 27, ver el cartel de la sala del tanatorio con su nombre. Ver a mi hija en su ataúd rodeada de miles de flores. Sentir el dolor desgarrador de familia y amigos que vinieron a despedirse de Mireia y a darnos un abrazo, besos y caricias. Todo cariño. Oír los lloros de sus amigos. Todo eso me hizo pasar de la incredulidad a la cruel realidad. Un día largo ese 27 de septiembre del 2015 que no quería que acabase porque no quería dejar a mi hija sola. No quería despedirme de ella. No quería que llegase el día 28, el homenaje y entierro.
El 28 quisimos que fuese un homenaje a Mireia y que todo el que quisiera le dedicara unas palabras: anécdotas, el último adiós, el te quiero, el cómo te voy a echar de menos...un homenaje con sus canciones sonando de fondo. Ese día fue el último que pude darle un besito en la mejilla y que le pude coger su mano. Qué dolor, madre mía.

Tres días, 26, 27 y 28 que todos los meses vuelven a repetirse. Tres días en los que el dolor que vivo se recrudece. Tres días en los que me cuesta entender el porque. Tres días en los que noto, más si cabe, la ausencia de Mireia y la necesidad de estar con ella. Mi hija. Mireia. Tres días en los que su sonrisa me hace más falta para que mi sonrisa no se apague. Tres días.

#MireiaTeQuiero

jueves, 6 de abril de 2017

Para ti, para siempre.

"Para ti, para siempre" con esta frase ha acabado Stevie, el tatuador. Y es una gran verdad por todo lo que ello implica.

Mireia ya no está conmigo, con nosotros. Mireia sí que está en mi corazón, en mis recuerdos, en mi cabeza, en cada sentimiento, en mi forma de ser, hacer y estar, en el día a día...y ahora también está en mi. "Para ti, para siempre".


Nunca había pensado en hacerme un tatuaje. De hecho, a mi madre, la yaya Isabel, se lo quité de la cabeza ya hace un tiempo. Pero hoy puedo decir que es una de las cosas con más orgullo, cariño, amor y sentimiento que he hecho en mi vida.
Yo, que tengo pánico a las agujas, me he armado de valor. No me arrepiento aunque estuviera asustado. Pero creo, sinceramente, que el motivo merece la pena. Y tanto que si, porque lo que siento ahora es indescriptible: amor desmedido, emoción, emotividad, cariño, satisfacción, orgullo... Ojalá nunca me lo hubiera tenido que hacer y que Mireia siguiera viva. Ojalá. Pero como no es así, creo que es un buen doble homenaje a mi hija. Primero porque quiero mucho a Mireia y no la olvido. Y segundo, porque en cada verano le gustaba hacerse esos tatuajes de henna (los temporales). Recuerdos imborrables.

Mientras me iban escribiendo cada letra, mientras escribían cada palabra notaba una sensación brutal de emoción. Pero ha sido cuando ha empezado a tatuar el nombre Mireia cuando esa emoción ha vuelto inmensa, brutal. Emoción dolorosa porque me venían recuerdos bonitos. Una sensación de vacío porque se la echa mucho de menos. Apunto he estado de llorar. Luego, solo, en el coche, mirando fijo el tatuaje, su nombre, he llorado. Era una sensación única. Mireia, esa palabra, ese nombre tan bonito. El nombre de mi hija. Mireia, una sonrisa eterna.

No quiero pasar por alto a una gran persona que ha tenido mucho que ver con esto, José Carlos Ochoa, Pepe. Eres un grande, y lo sabes. Te quiero a ti y a tu familia. Gracias de corazón.

#MireiaTeQuiero

lunes, 27 de febrero de 2017

Hablo con Mireia

Hablo con Mireia y ella me escucha. Mireia me habla y yo la escucho con mucha atención. Nos hablamos. Nos escuchamos. Siempre presente. 

No he dejado de hablar con ella ni un solo día, como casi solíamos hacer cuando Mireia vivía. Y ella no ha dejado de hablarme, aconsejarme, ayudarme, darme fuerzas y positividad. Es verdad que no recuerdo su última palabra antes de que la entubaran. Es verdad que no he podido ni ver un vídeo ni oír su voz en alguna de las múltiples grabaciones que tengo. No estoy preparado para eso y esto me duele por partida doble. Por no tener valor para hacerlo y porque echo mucho de menos esa voz tan dulce. Pero nos hablamos.

La primera vez que hablé de esta manera con Mireia fue ese 28 de septiembre del 2015 a solas, los dos, en la sala del tanatorio, sobre las 9,15.
- Mireia cariño, te quiero mucho. Te voy a echar mucho de menos. ¿Qué voy a hacer sin ti? ¿Qué vamos a hacer sin ti mami, los yayos, los tíos, los tatos, tus amigos...todos? ¡Qué vamos a hacer! Mireia, te quiero mucho. !Te quiero mucho, nunca lo olvides!
Y ella me respondió con esa sonrisa eterna
- Papi, tranquilo. Y levantando el pulgar, está todo ok. Te quiero. Os quiero. Estaré siempre. 

Y desde entonces no he dejado de hablar con Mireia. Nos contamos las cosas que nos pasan. Reímos. Cantamos. Lloramos. Hablamos. Nos queremos. Nos mandamos besos. Y hablamos en cualquier lugar, en casa, en el coche, en el hotel, en el cementerio, en los sueños, en la cama, en el sofá, en el pádel...en cualquier lugar.

Hablo con mi hija. Hablo con Mireia. Y Mireia habla conmigo. 

Hablamos de diferentes formas. Yo casi siempre con palabras, en voz alta o en pensamiento. Y Mireia me habla de miles de formas, con sus palabras que yo escucho en mi cabeza, con sus ya típicas "collejas de papi espabila", o con cada cosa que me sucede y muchas veces a través de la música. Parece que la música, las canciones, estuvieran escritas para que Mireia y yo habláramos. 

Mireia y yo nos hablamos. Mireia y yo nos escuchamos. 

#MireiaTeQuiero

lunes, 23 de enero de 2017

Las collejas de Mireia

Siempre he dicho que Mireia me ha enseñado a vivir y que me ha ayudado a ser la persona en la que me he convertido. Siempre me he declarado fan de mi hija.
Queremos que los hijos sean mejores que nosotros y nos esforzamos en ser su modelo a seguir. Y ellos, nuestros peques, nos imitan y quieren ser de mayores como papá o como mamá. Somos sus superhéroes y nosotros, como padres orgullosos, sacamos pecho de sus actos, de lo buenos que son estudiando, o de como juegan al fútbol o bailan o como cuentan un chiste o una poesía... Los colgamos en redes sociales o mandamos un WhatsApp o les hacemos hacer sus "monadas" en las cenas de familia o amigos.

Todo eso está bien, pero creo que nos quedamos cortos. Muy cortos y no vemos en nuestros hijos todo lo que pueden ofrecernos y enseñarnos. Nos olvidamos de aprender de su inocencia, de sus ganas de vivir, de sus risas continuas, de su bondad, de su felicidad, de relativizar casi todo, de ser verdaderos amigos y decirse las cosas como son, de su sinceridad, de sus gestos, de sus juegos, de su energía infinita, de sus enfados de solo un minuto... No aprendemos de esos besos que nos dan sin ningún motivo. ¡Qué pocos besos damos sin venir a cuento y sin motivo! No aprendemos de esos "te quiero papi" "te quiero mami" que nos dicen porque si. ¡Qué pocos te quiero decimos!

Yo era fan de mi hija. Yo era fan de Mireia pero no me fijaba en esos detalles. No me fijaba en esas enseñanzas que me daba. Y ha tenido que ser desde que el "puto bicho" la mató para darme cuenta de las enseñanzas que Mireia me estaba dando. Ahora me estoy dando cuenta de ello. Mireia, además de ser mi hija, mi niña, era una persona que me transmitía sentimientos y enseñanzas que sin darme cuenta iban calando en mi personalidad. Mireia me ha hecho ser la persona en la que me he convertido. 

Mireia era feliz. Yo era feliz. Ahora no lo soy. No puedo serlo porque me falta mi motor. Sin embargo, Mireia me ayuda a seguir adelante. Cuando tengo mis momentos de bajón, que son muchos,  y no sólo en las fechas señaladas, noto la colleja de Mireia. 
Cada día de mi vida hay un hueco, un vacío, que me hace estar triste, solo, sin ganas de nada y Mireia me da esa colleja para que espabile. Esa colleja es una canción, una imagen, un recuerdo, o una acción o acto de muestra de cariño de toda esta gente maravillosa que me rodeáis. 
Estas collejas es lo que Mireia, con su bondad, hacía cuando estaba viva. Si yo tenía un mal día, mal humor, triste, cansado...Mireia se me acercaba y me daba un besito (sabían a gloria) o bien me decía "papi, te quiero". Y con su sonrisa contagiosa, con esos ojazos llenos de amor e inocencia era un chute de energía. ¡Arriba y a por todo!

Esas muestras de amor hoy son sus collejas. Las collejas de Mireia de "papi espabila que te quiero  mucho". Yo también te quiero mucho, cariño. 

Como dice la canción de Manuel Carrasco "Uno x uno"
Es buscarte sin saber y sentir escalofríos en el alma y en la piel.
Si te dijera lo que no se ve. 
Es quererte sin tener.
Es decirte buenos días con el beso que inventé. 
Cuando te pienso sonrío después.


#MireiaTeQuiero