jueves, 26 de septiembre de 2019

Gracias con Sonrisa


Escribir este diario de 13 días ha sido muy duro. Llevo esos trece días grabados en mi mente como los dos tatuajes que llevo sobre mi piel. En realidad no sé si quiero borrarlos. 

Cuando empecé a escribir tenía esa necesidad de contarlos, de quitarme ese peso de encima. Sin embargo, en la cuarta entrada ya se me hizo cada vez más difícil el continuar. ¿Por qué volver a sentir ese dolor? ¿Es necesario recordarlo? Pensé mucho, lo reflexioné y decidí seguir escribiendo por dos razones fundamentales. La primera porque sigo teniendo la necesidad de escribir y contarlo, de compartir. Igual puede ser una postura egoísta pero necesitaba sacarlo. Y la segunda razón, y la más importante, porque me di cuenta que si me rendía el puto bicho iba a ganar otra batalla. Juré a Mireia que ese puto bicho había ganado la batalla más importante pero que nunca iba a ganar ni una batalla más ni por supuesto la guerra. Juré que nunca iba a poder conmigo ya que haría todo lo posible y más para que su sonrisa fuese eterna.

Con estas trece entradas no quiero dar pena ni por Mireia, ni por Merche ni por mí. Desgraciadamente no somos los únicos padres, abuelos, tíos, primos, amigos que hemos perdido a un hijo. Ni tristemente fuimos los últimos. Esto es algo que seguirá ocurriendo porque estamos en este mundo. Es verdad que es antinatural e inhumano pero es lo que hay. Lo único que nos queda es disfrutar de la vida y “exprimir” a la gente que queremos, que nos rodea y nos quiere, que es mucha. 

Hay que sonreír. A veces, tendremos días o temporadas mejores, otras peores, sin embargo, de ti depende el cómo afrontarlas. Yo me enfrento a ellas con todos vosotros, familia y amigos, con el recuerdo positivo de Mireia y la herencia que me ha dejado: su sonrisa.

Con estas trece entradas he querido darme fuerza, cogiéndola de vosotros, para seguir viviendo. He querido quitarme losas que no me dejaban avanzar y cadenas que me atan. He querido liberarme y lo he conseguido. Esos trece días seguirán toda la vida como sigue el recuerdo de estar día a día sin Mireia, sin embargo, ya no van a ser tan crueles y duros. Se nota su ausencia, por supuesto, pero Mireia está conmigo y al puto bicho le voy ganando batalla tras batalla.

“Mireia, cariño, descansa en paz. Papi te quiere. Papi te adora. Papi te lleva en su corazón, mente y piel. Papi te lleva en su sonrisa. Te juré que estaría bien y lo voy consiguiendo. Y lo hago gracias a la gente que me has puesto alrededor y, sobre todo, por mami y por ti”

Para acabar quiero agradecer a cada uno de vosotros que habéis leído este blog. Cuando empecé a escribir el blog, 3 de noviembre del 2015, no pensaba que me iba a hacer tanto bien. No pensaba que podría ayudar a gente como así me habéis dicho. Solo quería sentirme bien porque como dije en la primera entrada Me he dado cuenta que cuando escribo algo me encuentro mejor. No soy una persona que exterioriza sus “cosas” y por eso al escribir tengo la sensación de estar hablando con Mireia”.

GRACIAS por vuestras visitas (más de 276.000), vuestros comentarios, vuestros me gusta y por compartirlo en las redes sociales. Gracias porque estos simples hechos hacen que yo tenga más fuerza para seguir viviendo.

Posiblemente sea la última entrada de este blog. No voy a dejar de escribir porque me hace bien, sin embargo, tengo otros objetivos porque la sonrisa de Mireia nunca se apagará y siempre será eterna.

Se os quiere. Nos vemos. Estoy para lo que necesitéis. No os olvidéis de sonreír. SONRISA.

#MireiaTeQuiero

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 13)

25 de septiembre del 2015


Tal y como están las cosas las "mamis del café" vuelven a tomar el cafelito de todas las mañanas con nosotros. Es de agradecer su apoyo incondicional.

Sobre las 12 horas recibo una llamada al móvil. Parece que han encontrado al puto bicho. Podemos tener algo de esperanza a que Mireia salga de esta pesadilla. Vamos corriendo al Hospital Infantil para que nos confirmen la noticia que me dan. De nuevo nos meten en la salita de ayer. Nos dicen que en microbiología han encontrado al bicho que está haciendo esto a Mireia. Es un tipo de meningitis muy rara y que solo pasa en unos casos muy especiales, en torno al 0´1% de los casos de meningitis. El puto bicho es el de la meningitis de la tuberculosis. ¿Cómo es posible si le hicieron dos pruebas de la tuberculosis y salieron negativas? ¿Cómo es posible que desde ya hace un par de días la están tratando con medicamentos para luchar contra ella? ¿Cómo es posible este puto bicho? ¿Esta maldad? No tengo respuestas porque los médicos tampoco las tienen. Vuelven a pedirnos perdón. No hace falta porque, repito, sé que estáis haciendo todo lo posible y más.

Pasamos todo el día en la UCI. No queremos irnos porque aunque sabemos ya lo que tiene y como atacarlo, Mireia sigue muy grave, quizás peor que ayer. Ya no queremos dejarla para nada. Aunque nos separen unas paredes tengo la necesidad de estar ahí. No me voy. No quiero irme. No me importa nada. 
No estamos solos porque las mamis del café siguen ahí, con Merche y conmigo, y por supuesto con Mireia. Se marchan a la hora de comer para estar con su familia. Por la tarde volverán a subir y María José trae un pan que está delicioso. Es lo que comemos y cenamos.

Estamos en la salita de espera y van llegando familia y amigos para arroparnos en este día duro. Una espera larga, tensa, dura, de nervios, silenciosa a veces… Es una tarde de mucha preocupación porque Mireia no mejora nada, al contrario cada vez va a peor y el cerebro lo tiene muy dañado. El puto bicho está machacando al cerebro de Mireia.

El puto bicho está jugando con el equipo médico. Se “esconde” para no ser detectado, y hasta hoy lo ha conseguido. “Juega” con Mireia haciéndole pasar cada día por síntomas raros. Es fuerte y resistente a las medicinas. Y a Merche y a mi no está matando en vida. ¡PUTO BICHO!
El resto de la noche hasta el 26 de septiembre del 2015 a las 14,30 horas lo podéis leer en la entrada “Aquella trágica madrugada” (si pinchas aquí la puedes leer).

A las 14,30 horas se certifica la muerte de mi hija. Mireia ha muerto.  
Fin.

#MireiaTeQuiero

martes, 24 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 12)


24 de septiembre del 2015

  - “No esperéis y pasad que tenemos que hablar. Vamos a ir a otra sala más apartada” nos dice la doctora. Malas noticias seguro ya que la doctora tiene una cara muy seria y con mucha preocupación.
“A ver como os lo digo”. Traga saliva. Está  nerviosa. “El scanner señala que Mireia ha sufrido micro infartos que le han dañado bastante el cerebro. Son pequeños pero son varios. Mireia está grave. Posiblemente la tendremos que entubar para que el cerebro no trabaje tanto y así pueda ir recuperándose”. 
Es la primera vez que nos dicen que está grave. Nunca antes usaron esa palabra y eso hace que el mundo se nos venga encima. Mierda. Joder. La primera reacción es mirar a Merche, cogerle la mano y darle un beso con abrazo. Estamos en shock. Hoy es su cumpleaños. ¡No puede ser! Esto no se lo merece. A Merche no. No puede ser que el regalo de su cumpleaños sea esta jodida noticia.
Tras unos minutos de asimilarlo me sale esta pregunta del fondo del alma.
“¿Se puede morir?”
“No lo podemos descartar” nos dice la doctora.

Lloramos. Tocados y hundidos. Sin fuerzas. Tras pasar unos segundos o minutos en silencio, no sé porque el tiempo se paró, la doctora nos dice que en microbiología se están dando toda la prisa que pueden. También nos dice algo que se me quedará grabado para siempre “Estamos fracasando como profesionales. Perdón”. Me llega al alma porque lo dice con sentimiento de culpa y con los ojos vidriosos, apunto de llorar.

Merche, con esa fuerza sobrehumana que tiene, saca del bolso un paquete. Son macaron para
todo el cuadro médico de la UCI.
“Hoy es mi cumpleaños y os he traído estos macaron para vosotros por todo lo que estáis haciendo por Mireia y por nosotros”.
Vuelvo a abrazar a esta gran persona y la doctora, completamente alucinada por el carácter humano de Merche, le dan un gran abrazo.
“Ya siento amargarte el cumpleaños así. Gracias Merche” replica la doctora.

Entramos en la UCI y las caras de todos los que trabajan ahí es un poema. Se les ve tristes, jodidos, con pena. Mireia les ha cautivado. No se lo explican. Todos, sin excepción nos abrazan.

Entramos en la habitación y ahí está mi hija, tumbada, sin moverse, entubada. Impresiona. El ruido de las máquinas se te mete en la cabeza. No paro de oírlo. Vaya puta imagen para el recuerdo.
Decir que le doy millones de besos es quedarme corto. La acariciamos. Le damos la mano. La amamos. Nos dicen que la hablemos porque ella nos oye y por supuesto que lo hacemos.
“Se fuerte cariño. Lucha campeona. Papi y mami está aquí. Siempre estaremos. Te quiero. Te queremos”.
Hoy nos dejan estar más rato y lo aprovechamos. Queremos estar con Mireia y lo necesitamos. Ella nos necesita.

Por la tarde voy a ver a mis padres. Tengo que decirles cómo está la situación. Se merecen saberlo, pero no les diré que se puede morir ya que no se merecen ese mazazo porque aún confiamos en la recuperación aun sabiendo de la gravedad del asunto.
“Papá, mamá sentaros que tengo que deciros como se encuentra Mireia”
- “¿Qué pasa? Pregunta la yaya Isabel muy nerviosa y con la cara descompuesta. Nunca vi a mi madre así.
“Mireia está grave. El scanner dice que ha sufrido micro infartos y está entubada. Está grave”
Lloran. No se lo creen.

El WhatsApp y el teléfono arden. Las muestras de cariño son brutales. Los envíos de fuerza y ánimo son brutales. ¡Qué fuerza dais!
Volvemos por la tarde. Sigue todo igual. Nos quedamos más rato porque así nos lo permiten. Queremos estar con Mireia.

Bárbara, ¿lo ves? Tenía razón y era fundamentado el miedo que tenía del resultado del scanner.
Estoy muy tocado. Marcho a casa.

Continuará…

#MireiaTeQuiero

lunes, 23 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 11)


23 de septiembre del 2015

Hoy le hacen el scanner a Mireia. Nos dicen que es una prueba importante. No sé, no tengo buenas sensaciones. Creo que algo va a salir mal. Últimamente todo sale mal, así que ¿por qué va a salir el scanner bien? Intuición. ¿Estaré perdiendo la esperanza?

Entramos en la habitación de la UCI después de oír el parte médico. Mireia sigue igual. No ha mejorado nada. Sigue tumbada en la cama y está dormida. No habla, apenas se mueve, no interactúa con nosotros. Los médicos nos dicen que están metiendo prisa a microbiología para que den los resultados, pero esto lleva un tiempo. Solo queda esperar y esperar.

Por la tarde todo igual. No hay cambios.

Tengo más miedo si cabe. Estoy muy preocupado por Mireia. La veo mal y nada con la que la tratan está dando resultado. Estoy convencido que los médicos están haciendo todo lo posible y más. Todos los días se reúnen en sesión clínica para intercambiar opiniones. Van médicos que tienen fiesta. Su objetivo es curar a Mireia. Creo que en esas sesiones van hasta los seguridad para ver si ellos pueden aportar algo. Toda opinión es buena y necesaria. Además siguen en contacto permanente con los hospitales de Madrid y Barcelona. Le han hecho todas las pruebas por haber. Todas, y cuando digo todas hasta una enfermedad que pueden transmitir los caballos y otras  raras que se pueden coger en la piscinas (no me acuerdo de los nombres). Siempre los resultados son negativos. El puto bicho juega con nosotros y con la clase médica.

Nos vamos a casa. Nos espera una larga noche y de mucha “comedura de cabeza”. Tengo mucho miedo a que lleguen las 12:30 horas y nos den el resultado del scanner. Se lo digo a mi cuñada Bárbara. Me anima. Me dice que saldrá todo bien. Ojala tengas razón tía Bárbara.
¿Podré dormir algo?

Continuará…

#MireiaTeQuiero

domingo, 22 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 10)


22 de septiembre del 2015

Otro día más de tensión, nervios, preocupación. Los días van pasando y se nos nota más preocupados y cansados. No vemos mejoría y cada día hay algo malo nuevo. Esta situación nos está destrozando poco a poco por dentro y por fuera. La incertidumbre es lo peor. Y hoy…

Nos dan el parte de la mañana. Mireia no mejora. Tiene un nuevo síntoma de esos raros. Tiene paralizada su parte izquierda del cuerpo. Ni la mueve ni la siente. Y además sigue sin visión periférica.
La punción lumbar no ha dado nada positivo. Seguimos sin saber qué tipo de puto bicho es con lo que han decidido mandar a microbiología para que lo analicen con carácter de urgencia. Nos avisan que tardarán en decir los resultados pero en cuanto estén, lo sabremos con total seguridad. También se han puesto en contacto con otros hospitales de referencia de Madrid y Barcelona para intercambiar opiniones. La prueba de la tuberculosis ha salido negativa. Mañana le harán el scanner. Los médicos se están dejando la piel.

Entramos a verla y los ojos se nos ponen vidriosos. “¿Hola Mireia? Cariño, ya estamos aquí”. No podemos llorar. Tenemos ganas pero no podemos, no debemos. No. La procesión va por dentro. El estómago está encogido. El alma está rota. El corazón palpita a mil. Ver a tu hija así es lo peor que puede pasar a un padre y una madre. Tenemos que estar y ser fuertes por ella. Nos tiene que sentir plenos y con la confianza de que juntos vamos a salir de esta tremenda pesadilla. Me la como a besos.

Hoy de nuevo le pongo su música. La calma y le hace bien. Merche y yo decidimos que mañana traeremos un pen drive para que escuche su música. Se lo encargaremos a sus primos que saben más que nosotros de la música de Mireia. Los médicos nos dan permiso, eso sí, con volumen bajo. Algunas canciones las cantamos juntos como hacemos en el coche. Parecemos un dúo musical. Suena entre otras canciones “Tic Tac” de los Auryn (su grupo preferido).“Papi quédate tú el IPad que yo ya me la sé y tú no y así lees la letra”. Me hace sonreír. Este es su superpoder.

Sigue comiendo poco. Normal. Está llena de medicamentos y sueros. Lleva tumbada sin moverse más de 10 días. Si casi no tengo apetito yo, cómo va a comer Mireia.
Nos tenemos que ir y por la tarde ya volveremos. Esperemos que el nuevo parte sea con buenas noticias. Siempre lo esperamos. Pero no es así. Sigue igual. Volvemos a entrar y más besos, abrazos, caricias. Más música. Y mucho amor. Mucho. Por la tarde casi no nos habla. Está muy apagada. Malo.

Salimos y contesto a todos los WhatsApp dando el parte médico.
Estoy cansado. Agotado física y psicológicamente. Destrozado. Sin ganas de nada, solo de llorar. Quiero que se ponga buena y salir de la UCI. Que vuelva a casa y seguir con nuestra vida. Tengo que ser fuerte por ella, por mí, por Merche, por mis padres, por todos…sobre todo por ella. No puedo permitirme la mínima caída. Si me derrumbo, caigo y no seré útil para mi hija. Juntos, con nuestro amor, tenemos que superar esta pesadilla. El puto bicho está haciendo mucho daño a Mireia, sin embargo, a su madre, a mí y a todos los que queremos a Mireia nos está dañando también.
Las noches son largas y malas. Poco se duerme ya.

Continuará…

#MireiaTeQuiero

sábado, 21 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 9)


21 de septiembre del 2015.

Puede que haya pasado mejor noche, un poco más tranquilo al ver que Mireia ayer estaba mejor. Y con la posibilidad de que hoy la suban a planta.

Llegamos como siempre a las 12:30 horas y entramos a que nos den el parte médico. Malas noticias. No le dan el alta de la UCI y no la suben a planta. Aunque está parecida a ayer, el neuropediatra ha visto algo que no le cuadra. Sospecha que la mejoría de ayer era un simple espejismo y que puede ser que sea otro de esos síntomas raros que hace el puto bicho. “Aquí en la UCI estará más controlada. No es normal estar tantos días en la UCI pero da igual. Queremos estar muy atentos a Mireia”. Además estos días le harán más pruebas. Otra punción lumbar que harán hoy, la prueba de la tuberculosis y posiblemente el miércoles un scanner.

No lo entiendo. No entiendo nada. ¿Cómo es posible esto? ¡Cómo es posible que el puto bicho pueda hacer que empeore y mejore a su antojo! Los médicos tampoco lo comprenden. Se están dejando el alma.
Entramos en la habitación y aunque está despierta y consciente no está como ayer. Se le nota y a medida que pasa el tiempo la notamos más apática. Algo no va bien. La notamos con la mirada perdida. Solo mira hacia delante y no distingue bien los animales que hay dibujados en la pared de enfrente. Llamamos a los médicos que vienen rápido. Hacen las típicas pruebas de la vista. Y en efecto ha perdido visión y de visión periférica no tiene nada.
-        - “¿Mireia ves a papa?” yo estoy   junto a ella en su lado izquierdo
-        - “No, papi se ha ido. ¿Volverá después?”

Me derrumbo. No me ve. No me ve. ¿Qué está pasando? El neuropediatra ha acertado. Profesional como la copa de un pino.

Le intentamos dar de comer. Nada, no prueba bocado. Le pido entonces un beso, se incorpora en la cama y me da un mordisco que me deja la marca de sus dientes en la cara. Me duele mucho, sin embargo, no es el mordisco lo que me duele de verdad, es que ha sido el puto bicho el que me ha mordido.

Volvemos a estar jodidos. Y los médicos también están preocupados. Están fracasando en el diagnóstico. Son sus propias palabras. Seguimos confiando en ellos. Son un encanto como personas. Nos tratan de una manera brutal y con Mireia (y resto de niños, por supuesto) no tengo palabras para describirlo. Desprenden profesionalidad y amor.

Por la tarde está  igual. Sigue con la falta de visión. Nos vamos otra vez muy mal. Y así lo reflejo en el WhatsApp del parte médico diario. Gracias amigos.

Esto es ya más que una pesadilla.

Continuará…

#MireiaTeQuiero

viernes, 20 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 8)


20 de septiembre 2015

Una semana ya en el hospital y en lugar de ir a  mejor cada día el puto bicho nos da una sorpresa nueva. Ayer fue el peor día de todos ¿Qué tal hoy? Vamos Mireia.
Son de nuevo las 12:30 horas y nos dan el parte médico. Parece que Mireia está mejor. Alguna de las medicinas está haciendo efecto. ¿Cuál será? No lo saben porque la están tratando con varios medicamentos a la vez porque quieren atacar al puto bicho por todos lados. “Lo importante es que vaya a mejor”, nos dicen.

Ya entramos y en efecto Mireia está mejor, más despierta, más consciente, más animada. Puede hablar con normalidad y está mañana ha probado un poco del desayuno. ¡Joder qué alegría! Nos comemos a besos, abrazos, caricias. No le suelto la mano para nada. Hablamos mucho y nos contamos cosas. Tiene ganas de ir al instituto. Este año empieza en el Buñuel y no ha podido ir aún. Le contamos todo lo que su prima Elsa nos cuenta.

Es la hora de comer. Prueba la comida, poca pero bueno, no importa. Lleva ya varios días sin comer y no hay que forzar. Las enfermeras le han preguntado qué quiere de postre y ha pedido unas natillas. La tratan como a una princesa. Lo que es, mi princesa.
       - ¿Quieres las natillas? Le pregunta Merche
-        -  “ Ummmmmm natillas que ricas” contesta Mireia `pasando su lengua por los labios y salivando.

Morimos de risa los tres. Al escribirlo ahora no puedo de parar de reír con los ojos llorosos. Tengo esa imagen tan grabada en mi mente. Mireia sentada en la cama, Merche a su derecha abriendo las natillas, yo a los pies de la cama y Mireia mirando a su madre y diciendo esa frase. Genial.

Que cambio de ayer a hoy y por eso nos dejan estar un rato más. Cuando se duerme aprovechamos para irnos ya que somos conscientes de que las reglas de la UCI y del hospital están para cumplirlas. Ya volveremos por la tarde.

El parte de la tarde no tiene novedades. Sigue bien. Mireia está mejor. Habla, ríe, gasta bromas, se acuerda de cosas, explica a los médicos y enfermeras quienes son su familia y sus amigos, las ganas que tiene de ir al instituto. Están los médicos más contentos aunque nos dicen que siguen  preocupados por no saber lo que realmente tiene y que no van a descansar hasta dar con el puto bicho. Si mañana sigue igual, posiblemente la suban a planta. ¡Olé!

Entramos en la habitación y buff, si, esa es Mireia. Esa es mi niña y no como la vi ayer. Vaya cambio en 24 horas. ¡Qué fuerte eres! Aprovecho cada segundo de estar con ella porque el tiempo pasa rápido. Nos tenemos que ir y nos vamos mucho más contentos. En cuanto salgo del hospital, mando al WhatsApp el parte médico.

Continuará…

#MireiaTeQuiero

jueves, 19 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 7)


19 septiembre 2015

Cada vez se hacen más pesadas esas horas interminables hasta que podemos volver a estar con Mireia.
Las noticias del parte médico siguen siendo malas. No saben aún qué tipo de puto bicho es. Y siguen apareciendo nuevos síntomas raros. Los médicos siguen desconcertados.

Entramos para estar con Mireia. La veo muy mal. Ha empeorado mucho de ayer por la noche a hoy. Mucho. Veo a Mireia como a esos niños que sufren de parálisis cerebral. Por mi trabajo suelo ver estos casos (se me parte el ama). Hace movimientos bruscos, espasmos y grita. Hoy ya no habla nada. El puto bicho está en pleno auge, en plena actividad del mal. Es el peor día de todos.
Estoy destrozado por dentro, sin embargo, tengo que sacar fuerzas y sonrisas de donde sea para y por Mireia. Me debe notar optimista. Me debe sentir que todo va ir bien y que pronto se va a curar. Que ella es más fuerte que el puto bicho y que nuestro amor va a ganar esta batalla. Le damos millones de besos. Ella hoy no puede y eso me jode mucho. No notar sus labios y su cariño me rompe. Los echo de menos. Le cogemos la mano. Le rasco. Le hago masajes en los pies. Le hago lo del “poder de los pulgares”. Cuando tenía unos 2-3 años no solía dormir la siesta. Era misión imposible y le decía: “duerme que sino sacaré mis pulgares que tienen el poder de hacerte dormir” (es pasar los pulgares de manera muy suave por los parpados y cejas). A veces funcionaba y otras muchas no, ya que se hacía la dormida y después de partía de risa. Me acuerdo como si fuera ayer.

Nos tenemos que ir y Merche y yo salimos con un silencio que duele. La preocupación es total. Estamos acojonados. Así no es mi hija. Mi niña es feliz, sonriente, bromista, buena persona, juguetona, risueña, contestona, comedora…y hoy no la he reconocido ¿Qué le está haciendo el puto bicho? ¿Por qué está siendo tan cruel? Confianza plena con los médicos. Se están dejando la piel con Mireia. Se nota. Se les ve. Son unos profesionales de la medicina y les jode no dar con la solución.
Volvemos por la tarde. Sigue igual. Más besos. Más caricias. Más cariño. Más amor. Más de todo. Más lucha.

Recibo una llamada. Son Ángel y Iosu que han venido desde Bilbao para verme y darme su apoyo, su cariño y un gran abrazo. Los pobres han venido en el peor día. ¡Amigos!. Cenamos juntos y pronto a casa. Estoy muy cansado física y, sobre todo, psicológicamente.
El WhatsApp sigue ardiendo. No hay momento en que alguien no me pregunte. Les doy el parte y describo la situación. Mucha preocupación ¡Amigos!

¿Y mañana…?

Continuará…

 #MireiaTeQuiero

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 6)


18 de septiembre 2015

La noche ha sido larguísima, eterna. ¿Cómo habrá pasado la noche? ¿Cómo estará hoy? ¿Sabremos ya que puto bicho es?

Por fin son las 12:30 horas. Nos dan el parte. Hoy ya no está tan dormida. No grita tanto ni quiere arrancarse las vías y por eso la han desatado. Un alivio. Sin embargo, la alegría dura poco. Hoy presenta otro síntoma de esos raros: ahora no habla bien. Es como si el cerebro le manda la señal de hablar y el sonido no le sale. Quiere hablar y no puede. Mireia se agobia porque no le salen las palabras. Emite alguna pero entrecortada. Además, ella cree que si habla bien. Nos repite una y otra vez las cosas. Que impotencia siento. Que rabia. Desesperación. Cada vez se pone más nerviosa y la calmamos con besos, con música y jugamos. Qué bien me saben sus besitos. Son tan dulces, tiene tanto amor. 

Le damos de comer y apenas prueba la comida. Ya lleva casi 6 días sin comer y se le nota que ha perdido algunos kilos. Le bromeo diciendo que tiene un tipin de modelo. Se ríe. Hay que dar normalidad y serenidad, aunque por dentro estoy destrozado por la incertidumbre.

Los médicos no saben que decirnos. No saben porqué Mireia presenta estos síntomas. No saben el porqué de estas reacciones. Le hacen pruebas y pruebas y hoy hasta un scanner. Pronto sabrán el resultado. Se les ve preocupados y angustiados por no dar con la solución. Son unos profesionales y se están desviviendo por mi hija y por el resto de los niños de la UCI. Me consta.

Se acaba la hora y tendremos que volver por la tarde. A las 20 horas el segundo parte en el que nos dicen que todo sigue igual. Sigue sin poder casi hablar.
- "Hola teti. Ya estamos aquí ¿Qué has hecho por la tarde? ¿Has dormido la siesta? Dame un besito que supongo que tendrás hechos que esta mañana se te han acabado". 
Me come a besos. La adoro. Es tan cariñosa. Jugamos. Ponemos su música. Le damos la cena pero vuelve a comer muy poco por no decir nada. Lo intentamos pero no queremos forzar.

¡Puto bicho, déjala!

Nos dejan estar un ratito más si queremos pero Merche y yo decidimos al rato irnos porque las normas de la UCI son claras y están para cumplirlas pese al dolor de corazón que te da el dejar a tu hija de esa manera y "sola".
Por la noche a dar los partes médicos a todos los grupos de WhatsApp. Sois muy grandes. Gracias por estar ahí. No nos dejáis solos y eso nos llena de fuerza.
A por otra noche larga…

Continuará…

#MireiaTeQuiero 

martes, 17 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 5)


17 septiembre 2015

Las “mamis del café” han cambiado la ubicación de tomar el café y ahora se vienen hasta el hospital para tomarlo juntos. No nos dejan a solas. Siempre a nuestro lado. Tenemos una gran suerte y no estamos solos en estos momentos. Se os quiere.

Hasta las 13 horas no nos dejan entrar en la UCI y además a esa hora nos dan el parte médico. Durante la mañana han seguido haciendo pruebas y más pruebas. Necesitan saber que tipo de meningitis es para dar con el tratamiento. Necesitan saber el tipo de meningitis ya que en todos los análisis de posibles de meningitis, viral, bacteriana, herpes… dan todas negativas. Están desconcertados, extrañados. Un caso raro y especial. Se están dejando el alma. Me consta. Sospechan que puede ser la del herpes pero es que les sale negativo. “Le vamos a tratar del herpes por si acaso. Mal no le va a hacer y bien esperemos que si”. Lo que haga falta, ellos son los expertos.

Por fin podemos entrar verla y a estar con ella. Millones de besos. Miles de caricias. Hablamos. La animamos. Estamos acojonados pero nos hacemos los fuertes por ella. Sigue atada a la cama y está medio dormida por la medicación. ¡Por favor que pase rápido esta pesadilla! Que el puto bicho se deje atrapar y a por él. No se puede vivir así. Nadie debe pasar por esto y menos los niños. No, no y mil veces no.
Que rápido pasa el tiempo estando junto Mireia y que lento cuando nos “echan” de la UCI y hasta que podemos volver. Son horas interminables y angustiosas.
Volvemos a las 20 horas. El parte es el mismo. No hay novedad. Mireia no mejora. Volvemos a entrar y más besos, caricias, charla. Hay que hacer que todo sea normal. Por ella. La procesión va por dentro. Ya se ha acabado la hora. Bueno cariño, descansa y lucha. Te queremos. Te quiero mucho y mañana nos vemos. Más besos. No puedo dejar de mirarla hasta que salgo de la habitación. Corazón encogido.

El WhatsApp me arde. Todos quieren saber el parte médico de Mireia. Contesto a todos. Ese interés por mi hija, esa preocupación que tiene la gente me hace estar fuerte.

Continuará…

#MireiaTeQuiero  

lunes, 16 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 4)


16 de septiembre 2015.

La noche se presenta larga. Mireia sigue empeorando por momentos. Además de los gritos, ahora también hace otra cosa extraña. Está tumbada, se levanta, saluda tres veces, me busca y me dice “hola papi”, manda un besito y se vuelve a acostar. Son actos repetitivos. No lo entiendo. Las enfermeras tampoco se lo explican y deciden llamar a los médicos de la UCI.
Cuando suben los médicos de la UCI le hacen varias pruebas y ven en directo estos síntomas extraños de Mireia. No se lo explican. No saben el porqué. Se les nota preocupados. Y deciden trasladar a Mireia a la UCI y así estará más controlada y podremos hacer más pruebas”.

El miedo se nos apodera más si cabe. Nos tiemblan las piernas. El alma y corazón están encogidos. La cabeza va a mil. No sé que pensar. Solo queda que los médicos hagan su trabajo. Son los especialistas y si creen que Mireia estará mejor en la UCI, pues adelante ¿quiénes somos nosotros para decidir si o no?

Mientras bajamos la mirada de Mireia esta como perdida. Mi niña está ida. Mira hacia todos los lados. Busca. Se sigue quejando del dolor. El puto bicho vuelve a hacer de las suyas. Vuelve a gritar “me duele”. Joder como desgarran esas dos palabras. Joder.
Cuando entro en la UCI el corazón vuelve a empequeñecerse al ver a niños que están ahí mal, muy enfermos.

Mireia sigue gritando. Y de vez en cuando dice “mami, que yo no quiero tener bebés. Que no quiero ser mamá”. Nadie entiende nada. ¿Por qué dice eso? ¿Qué le está haciendo el puto bicho? Llegamos a la conclusión que es porque ha visto a tres bebés en las incubadoras. Nos queremos agarrar a eso pero no lo sabemos. ¡Maldito seas puto bicho!

Los médicos de la UCI nos dicen que tal como está Mireia es mejor que pasemos la noche los dos junto a ella. En la UCI no dejan estar a los padres. Ayudamos en todo lo que nos piden. Merche y yo, cada uno a un lado de la cama, le damos la mano a Mireia con dos motivos: una por el amor que tenemos y otra porque al estar tan inquieta intenta quitarse las vías. Si sigue así, tendrán que atarla a la cama. Al final hay que hacerlo. Joder con lo poco que le gusta que la cojan. Le dan medicinas y a medida que va pasando la noche va calmándose. Efecto de las medinas y del cansancio, supongo.

A las 8 horas nos mandan a casa a ducharnos, descansar y comer algo y sobre todo porque en estas horas que vienen los médicos hacen su trabajo. Volveremos a las 13 horas que es cuando abren las puertas para que los padres entren para estar con sus hijos y además nos darán un parte médico.
A las 12,30 horas ya estamos ahí. La casa se me hace pequeña. Me agobia. Tengo que estar con mi hija aunque sea separados por unas paredes. A las 13 horas nos llaman y nos dan el primer parte. Saben que es meningitis pero no saben qué tipo es. Las pruebas no lo aclaran bien. Nos dicen que es un caso extraño. Confiamos plenamente en los médicos.

A las 14 horas nos vuelven a pedir que nos vayamos porque no pueden estar padres. Las reglas de la UCI son estrictas y hay que cumplirlas. Con la vida no se juega. En el segundo parte, el de las 20 horas, no nos dicen nada nuevo. Siguen investigando. La tienen medicada y está más calmada. Entramos a verla y está dormida. Me la como a besos y no le suelto la mano en esa hora que nos dejan estar con ella.
Nos vamos a casa a dormir. Y mañana…

Continuará

#MireiaTeQuiero

domingo, 15 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 3)


15 de septiembre 2015

Mireia no ha pasado buena noche. A veces se ha levantado con dolores de cabeza.
A las 13 horas, más menos, han pasado los doctores para hacer las pruebas a Mireia. De nuevo las pruebas de meningitis. Nada. Come poco por no decir nada. Seguimos preocupados porque no sabemos qué le pasa a nuestra hija y el porqué de esos dolores de cabeza.

Es la hora de la merienda y la enfermera le trae un yogurt. Mireia está tumbada en la cama medio dormida. Lleva ya un rato así.
-       -  No me gusta como veo a Mireia. Voy a llamar al pediatra de urgencias. Nos dice la enfermera.
Al poco sube un neuropediatra y nada más verla decide que Mireia se quede sola en la habitación. Cambia de habitación a su compañera. Y manda hacer una punción lumbar de urgencia. Sospecha que es meningitis. Ya tiene rigidez en el cuello. En efecto, los resultados dan positivo. Mireia tiene meningitis. Traslado rápido a la zona de infecciosos

La intranquilidad que teníamos por no saber que le pasaba, se convierte en miedo, preocupación, temor. ¡Joder que es meningitis!
Cómo es posible que en cuatro horas el puto bicho se haya hecho tan fuerte. El puto bicho en cuatro horas no daba síntomas y ahora está atacando de forma brutal. ¿Qué pasa? Ahora falta saber qué tipo de meningitis es.

A medida que pasan los minutos, Mireia está cada vez peor. El primer síntoma raro (así lo llamo yo) es gritar. Un grito desgarrador que parece que le estén arrebatando el alma. Un “ay” de dolor que desgarra. Duele. No para de gritar “Ayyyyy, me duele”. Merche y yo tratamos de calmarla. Es imposible. Mireia está ida. No es que no nos haga caso, es que no puede. El puto bicho no la deja. 

Duele mucho ver a tu hija sufrir. ¿Por qué no me pasa a mí? Mireia te quiero.
Toda la tarde así. Las visitas se asustan. Mi madre se va muy preocupada. Normal. No quería que viniera para que no la viera de esta manera, pero una yaya es una yaya. Tximo y la tía Bárbara también están muy preocupados.

Y llega la noche. Por supuesto no cena. Decidimos quedarnos Merche y yo con nuestra hija. Esos síntomas raros no paran y cada vez algo nuevo.

Continuará
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sábado, 14 de septiembre de 2019

Diario de 13 días (parte 2)


14 de septiembre del 2015

Me levanto en Bilbao y vuelvo a Zaragoza. He dormido intranquilo. Aunque sepas que es poca cosa, que es un dolor de cabeza, ¿a qué padre le gusta que su hija esté ingresada?
Merche me dice que Mireia ha pasado buena noche, que ha dormido pero que no ha desayunado. Por la mañana los médicos de urgencias le han hecho más pruebas. Han vuelto a hacer las pruebas de la meningitis, moverle la cabeza, las piernas y deambular por la habitación. Todo normal.

Llego a Zaragoza. Cuando estoy llegando al Hospital Infantil me suena el teléfono. Es Merche. Vuelco al corazón.

-        Hola. Dime
-        ¡Papi! ¿Cuándo llegas?
-        Ya estoy  casi cariño. Estoy en la puerta. Ahora subo
-        Bieeeeeeennnnn. Date prisa que tengo ganas de verte.

Amor. Amor. Mucho amor siento por ella. Es mi vida.

Entro a la habitación y nos fundimos a besos y abrazos. Bromas. Nos gusta gastarnos bromas. Cosquillas. Pasamos la tarde juntos salvo un par de horas que tengo un compromiso que no puedo faltar. Vuelvo al hospital y pasamos el resto de la tarde juntos y la cena. Parece que cena un poco mejor. Me extraña que Mireia siga sin comer mucho, pero bueno quién come bien en un hospital. Me viene a la memoria ese día que fuimos a comer con los yayos Ángel e Isabel y se pidió carne poco hecha. Jejeje.

Por la noche se queda Merche.

Continuará

#MireiaTeQuiero

Diario de 13 días (parte 1)


13 septiembre del 2015

Son en torno las 23 horas del 12 de septiembre cuando Merche me llama por teléfono. Yo estaba en el descanso del espectáculo de Hole en Bilbao.

-        “Voy a llevar a Mireia a urgencias porque sigue con los dolores de cabeza”. Lleva así ya varios días. La pediatra no se lo explica y le manda hacer varias pruebas. Nos aconseja que si sigue así la llevemos a urgencias.
-        “Perfecto. Ya me vas diciendo y mañana en cuanto me levante vuelvo a Zaragoza”.

¿Sabéis esa sensación de notar que algo no va bien? Esa sensación tuvimos Merche y yo. Muchos días de dolor de cabeza seguidos, poco apetito, la pediatra que no se lo explicaba (Isabel es una gran profesional). Pero nunca se me pasó por la cabeza como acabaría todo. Nunca.
Se me nota preocupado. Se me nota que algo no va bien. Mucho mensaje de whatsapp, alguna llamada a Merche. Así que mis amigos Ángel y Iosu me dicen “vamos a casa y mañana te vas pronto”.

Mireia pasa la noche en observación. No evoluciona a las medicinas y como es la segunda vez que estamos en urgencias deciden los médicos ingresarla. Mireia ingresa en el Hospital Infantil de Zaragoza en la madrugada del día 13 de septiembre.

...
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jueves, 8 de agosto de 2019

16. Feliz cumple Mireia


Felicidades cariño. 16 añazos, añitos, años ya.

Es 8 de agosto del 2019 y cumples 16 años. Me acuerdo como si fuera hoy de cada instante, de cada momento de ese día del 2013. Me acuerdo perfectamente desde el momento en que mamá me dijo “Sergio acabo de romper aguas”. Salté de la cama como si tuviera muelles y mami tan tranquila me dijo “ehhhh, calma que ahora voy a ducharme y nos vamos”.

Como decía el gran Chiquito de la Calzada, naciste después de los dolores. Mami me machacó la mano. ¿De dónde sacó tanta fuerza para apretar la mano y juntarme el pulgar con el meñique? Y naciste a las 6,20 de la madrugada. Tan preciosa, tan bonita, tan bien formada, tan sana. Llorando, como debe ser, pero tranquila. Naciste con 3,230 kg llenos de amor, ternura, dulzura, cariño, felicidad, fragilidad. Eras mi hija y yo estaba no orgulloso sino que era el papá más hinchado del universo. Olé, mi hija.

Hoy es tu cumpleaños. Hoy te tendría que haber despertado con cosquillas y muchos besos, como siempre hacía. “Papiii, jajajaja, para, para, jajajaja, para que no puedo más”. Tus carcajadas se contagiaban. Nos reíamos. Te decía felicidades. Te besaba tan fuerte que te dejaba marca en la mejilla. Y te estiraba de las orejas una y otra vez haciendo que me confundía al contar y así empezar de nuevo. Jejeje. Pesado me decías. Lo era, lo reconozco.

¡Ay mi peque! Cuánto te echo de menos y cuánto echo de menos hacer estas y otras tonterías. Y no, ya son cuatro años en los que el puto bicho nos impidió hacer esto y mucho más. Son cuatro años que en tu cumple lloro más que sonrío. Aunque reconozco que al llorar cuando escribo esta entrada siento que me das tus collejas para que me vengan recuerdos y recuerdos bonitos y me ponga a reír. Así eres tú que no te gustaba ver a nadie triste. Y sigues haciéndolo. 
Son cuatro años en los que subo al cementerio a llevarte un regalito y a soplar las velas con una magdalena. Son cuatro años que te canto el cumpleaños feliz frente a tu lápida, la cual beso y beso hasta llegar a la edad de tu cumpleaños.

Hoy tendríamos que despertarnos contentos en La Pineda y bajar a la playa para que los tíos y los tatos te felicitaran y estiraran de las orejas. Que los yayos te felicitaran y te dieran ese regalo que les pedías. Que los tíos y primos y amigos te llamaran al móvil y te felicitaran. Hoy lo siguen haciendo cariño. Me llenan el móvil con mensajes de felicidades. Y amigos tuyos inundan las redes con felicitaciones para su amiga. También suben al cementerio. ¡Qué grandes que son! Gracias chavales. Sois increíbles. 
Hoy mami vendría a La Pineda porque no quería perderse por nada del mundo tu cumple. Siempre vino a celebrarlo. Hoy tendríamos que celebrarlo en esa pizzería que tanto te gustaba y pedir tu plato preferido, sorrentino con salame e verdura para después acabar con un gran San Francisco que os acababais en menos de un minuto.

Hoy tendríamos que hacer todo eso y sin embargo desde ese 26 de septiembre todo es diferente. Todo ha cambiado. El puto bicho cambió muchas vidas.

Cariño, muchas felicidades. 16 añazos. Ya serías una mujercita.
Cariño, muchas felicidades. 16 añitos. Para mí siempre serás mi niña.   
Cariño, muchas felicidades. 16 años. Haz una fiesta ahí donde estés.

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#MireiaUnaSonrisaEterna
#MuSE