jueves, 31 de diciembre de 2015

Maldito seas 2015

2015. Un año de mierda. 2015 ha sido para mi un año que ojalá nunca hubiera ocurrido. No hay un solo calificativo para poder decir algo bueno de este año. Maldito seas 2015 ! El año en que un puto bicho ha matado a mi hija, a nuestra hija Merche. Nuestra pequeña preadolecente, vuestra nieta, sobrina, prima, amiga, compañera, vecina...NUESTRA MIREIA.

2015 un año en que Mireia empezaba una nueva etapa en el instituto. Acabó su colegio de siempre. Su Cortes de Aragón. Me acuerdo de su último día y como lloraba de "tristeza" porque se acaba el cole tras nueve años. Buena estudiante. Buena comedora. Sus "profes" a las que quería con locura, Marta, Carmen, Paqui y Rosa, las tenía en un pedestal. Y que decir de sus cientos de amigos y amigas del cole. Amigas de todas las edades y de todas las clases, y sobre todo, de sus inseparables, de sus MAPS.
Además, yo he encontrado a unas grandes personas, las "mamás del cole". Gracias chicas por ser y estar.

En 2015 Mireia hizo cosas que nunca había hecho. Se fue de Semana Blanca y de campamentos de verano a Cantavieja. Su felicidad, su sonrisa, sus nervios, sus ganas...hicieron que disfrutase con sus amigos. Yo era feliz y estaba orgulloso porque encontraba unos minutos para llamarme y para contarme lo bien que se lo pasaba y lo que había hecho.
Como en todas las Semana Santas nos íbamos a Las Landas (Francia) con mis amigos de Bilbao a comprar ropa y a descansar. Nunca me olvidaré de su cara de asombro, felicidad, alegría y orgullo cuando vio que me compraba el ticket para montarme en las tirolinas. Como tampoco olvidaré el sonido de su risa y carcajadas cuando me veia colgado. Yo tenía miedo, pero por Mireia era capaz de colgarme entre arboles a metros de altura. No me arrepiento aunque lo pasé realmente mal.

Su verano fue especial. Se fue con su madre a Roma. Orgullo de mami. Disfrutaron de la ciudad y tomó sus capuccinos. En agosto conmigo a La Pineda y con sus "primos y tíos" y su querida e inseparable prima Elsa (te quiero cariño). Siempre ahí, "papi ya te irás donde quieras cuando yo ya sea mayor y no quiera ir contigo y me vaya con mis amigas"
Este año fue especial. En su 12 cumpleaños estuvimos todos. ¿Premodición?. No lo sé pero ahí estábamos todos con ella par cantarle el cumpleaños feliz.

Todo era normal. Pero llega septiembre y todo cambia de forma radical. Llega el dolor, la desesperación, el sufrimiento, el cansancio, el hospital...hasta que el 26 de septiembre el puto bicho mató a mi hija. A partir de ahí, lentitud en el tiempo. Vacío, mucho vacío. Dolor, mucho dolor. Tristeza, mucha tristeza. ¿Por qué? Incredulidad aún. No lo entiendo ni lo entenderé jamás.

Como dice la canción de Mecano, "un año más"
"Y en el reloj de antaño
como de año en año
cinco minutos más para la cuenta atrás.
Hacemos el balance de lo bueno y malo
cinco minutos antes de la cuenta atrás.
Y aunque para las uvas hay algunos nuevos
a los que ya no están le echaremos de menos
y a ver si espabilamos los que estamos vivos
y en el año que viene nos reímos"


Disfrutad. Sed felices. Quered. Aprovechad los momentos. Y por favor, seguid con fuerzas porque yo, de vez en cuando os voy cogiendo un poco de las vuestras para seguir adelante. Sino no sería posible el poder dar un paso más.
GRACIAS DE CORAZÓN por ayudarme.
GRACIAS DE CORAZÓN por seguir leyendo este blog.
GRACIAS DE CORAZÓN por hacer que la SONRISA DE MIREIA SEA ETERNA.
FELIZ 2016

jueves, 24 de diciembre de 2015

La primera Navidad del resto

La primera Navidad del resto que quedan por pasar sin Mireia. No sé si será la más dura de todas. No sé si será la más triste. No sé si será la que más sufra. No sé si la más cruel. No sé. No lo sé porque quedan muchas Navidades que pasar sin ella.
Solo sé que no va estar con nosotros. Solo sé que no la voy a vivir con la misma ilusión de vivirla como la vivíamos los dos. Solo sé que mi cabeza no para de pensar en Mireia. Solo sé que la tristeza invade mi corazón. Solo sé que Mireia no estará y eso me duele. Me duele el alma, la cabeza, el corazón, el respirar, los poros de mi piel. Me duele la Navidad.

No hacíamos más cosas que las que suele hacer todo el mundo. Familia, amigos, paz, comidas, cenas, armonía, alegría, luces, amor, cariño, regalos, besos, ilusión, niños, turrón, magia...
En estas Navidades seguiré teniendo la mayoría de esto que he nombrado. Sin embargo, me falta la ilusión porque mi hija, mi cariño, no está. La ilusión la he perdido totalmente pero tendré que sacar fuerzas de donde sea.


Es Nochebuena. Me acuerdo de cómo el tío Oscar (gracias Lopa) llamaba a mi móvil, le cambiaba hasta el nombre del contacto para que fuera más creíble, y se hacía pasar por Papá Noel. Me acuerdo de asomarnos a la ventana para ver el trineo. Lo veíamos!!
Me acuerdo de dar golpes en la pared para fingir que Papa Noel había entrado. Me acuerdo de su ilusión. Me acuerdo de su sonrisa nerviosa. Me acuerdo que me daba la mano para ir a buscar los regalos de habitación en habitación para ver donde los había dejado. Me acuerdo de sus "mami, papi! Que sí ha vendido". Me acuerdo de sus saltos de alegría. De sus gritos. Me acuerdo de no saber qué regalo abrir primero. Me acuerdo de Mireia. Me acuerdo de su felicidad, de su ilusión, de su sonrisa. Me acuerdo de esa niña, de mi niña.

Fue creciendo. Sabía lo de Papa Noel pero pasó a ser cómplice para que su prima Natalie viviera lo mismo que ella vivió. Era feliz. Muy feliz.

"Mireia, cariño. Esta Nochebuena no estarás físicamente. Voy a notar tu ausencia. Te voy a echar mucho en falta, más si cabe que cualquier día normal. No va a ser una Nochebuena ni un día de Navidad normal. Nunca lo va a ser ya.
La tieta Mireia, tu tocaya como te dice, va a hacer la sopa de galets que tanto te gustaba y decías que era "la mejor sopa del mundo". Mami prometió que vendría a comerla y lo va a hacer. Nos acordaremos de ti cuando la comamos. En cada sorbo. En cada galet. 
Mireia, teti, esta noche es Nochebuena y vendrá Papa Noel. También para ti. El lunes te llevaré tu regalo"

#MireiaTeQuiero

jueves, 17 de diciembre de 2015

Cómo cambia la vida

Cómo cambia la vida. Nuestra vida transcurre por etapas que cada uno se va creando y va recorriendo. Nacer. La infancia. La adolescencia. La universidad. El trabajo. Vida en pareja. Casarte. El divorcio. La madurez. Tener una hija o un hijo. Una etapas son más cortas que otras. Las etapas se abren y se cierran y se pueden, y deben, solaparse entre sí. Cada uno se crea su propia vida y cada uno va creando sus etapas. Cada uno toma sus decisiones.
Yo he ido creando las mías. Pero sin duda, la mejor, la que me cambió la vida fue mi etapa de ser padre. Ese 8 de agosto del 2003, cuando nació Mireia, mi vida cambió radicalmente. Una nueva etapa se abría y el resto, las que vinieran, iban a girar entrono a esta. Mireia, mi hija, era lo principal. El resto, lo secundario

Como cambia la vida al tener una hija. Te cambia tu forma de pensar, de actuar, de querer, de ver las cosas, de luchar, tus preferencias, tus hobbies...Ser padre te cambia radicalmente a mejor.
Como cambia la vida cuando coges en brazos por primera vez a esa personita que ha nacido de ti. Esa personita que depende de ti, de lo que hagas, de cómo actúes. Es una gran responsabilidad. Con tus fallos y aciertos, pero siempre pensando en su bien.

Los hijos te convierten en otra persona. Dejas de ser tan egoísta para centrarte en ellos. Quieres lo mejor para ellos. "Se quiere dar a tus hijos lo que tus padres no han podido darte" se suele decir.
Los quieres más que a tu vida. Los proteges con tu vida si fuese necesario, y si no, también. Dejas de hacer cosas para estar con ellos y las cosas que vas haciendo, las haces pensando en ellos. Dejas de pensar en ti para pensar en los hijos. Hay que ayudarles a crecer. Hay que educarles. Hay que hacer que sean felices. Buenas personas. Te desvives por ellos. Haces cosas que nunca habías imaginado que ibas a hacer. Son tus hijos. Son parte de ti. Los quieres a rabiar.
Cómo cambian la vida estos chiquitines. Siempre serán "los chiquitines" aunque tengan 40 años. Esto ocurre.

Por supuesto que hay padres que pasan de sus hijos. Ellos verán. Ellos se lo pierden. Luego, cuando quieran recuperar el tiempo perdido será demasiado tarde. El tiempo pasa rápido y hay que aprovecharlo. No hay marcha atrás. Lo siento por ellos.

Yo he disfrutado de Mireia estos doce años de su corta vida. Yo he intentado hacer y ser "el mejor padre del mundo". No es mérito. Todos (o casi) somos los mejores padres del mundo de cada cual. Yo quiero a Mireia brutalmente y por eso he hecho todo lo que he hecho en estos doce años.

Cómo me cambió la vida cuando Mireia nació. Mi vida tomó otro rumbo y abrió una nueva etapa. Una etapa en que todo, absolutamente todo, giraba en torno a ella. Era el motor de mi vida. El objetivo por el cual hacía kilómetros y kilómetros para trabajar. El motivo de vivir. Quería lo mejor para Mireia. Era mi rumbo, mi destino, mi objetivo, mi motor, mi centro. Era todo.
Pero el 26 de septiembre me volvió a cambiar la vida. Se me ha abierto una etapa que yo no quiero ni quise abrir. Y se me ha cerrado la mejor etapa de mi vida. Inhumano. Antinatural. Cruel. Injusto.
Mireia murió y con ella se fueron al traste mis objetivos, mis razones, mi motor, mi vida, mi rumbo. Mi vida giraba en torno, para, por y con Mireia. Ahora tengo que buscar un nuevo motor. Algo que me dé fuerzas para seguir. Por supuesto, que tengo otros alicientes, otros motores, pero ya los tenía antes que la muerte me arrebatara al ser que más he querido.

No sé cuando abriré otra etapa (ni siquiera sé si la abriré). Lo que sí sé es que ahora estoy en una etapa negra, triste, vacía, de duelo. Tengo que buscar otro aliciente. No un sustituto. A Mireia, ni a ningún hijo, se puede sustituir con nadie ni con nada. Es un hueco irreemplazable. Y si abro otra etapa, sea cual sea, será una que conviva con el duelo.
Dicen que el tiempo lo cura todo. No lo creo. La muerte de una hija o un hijo no se supera nunca. Se convive con ello, pero nunca se supera.

#MireiaTeQuiero  

martes, 8 de diciembre de 2015

Ausencia. Recuerdo

Mireia no está conmigo físicamente. Noto su ausencia todos las semanas, todos los días, todas las horas, minutos y segundos. Es un vacío en el alma y en el corazón que duele. Una ausencia dolorosa. Desgarradora. Pero en mi mente, en mi cabeza, está su recuerdo.
La echo tanto de menos que no hay consuelo. Hay momentos que son duros y otros, con la soledad, son desgarradores. El dolor es brutal. Agobiante. La tristeza la respiro hondo. Noto su falta en cada poro de mi piel. Lo que no tengo es pena. No creo que haya que sentir pena por la muerte de Mireia porque los doce años de vida que me dio fueron sencillamente excelentes. Los mejores de mi vida. Doce años en los que mi hija me enseñó a ser padre, a querer, a amar, a cuidar de alguien, a ser feliz...me enseñó a ser persona. Yo intentaba educar y criar a mi hija lo mejor posible, y creo, sinceramente, que hice un gran trabajo con la espectacular ayuda de su madre, pieza básica.

Cada instante de esos doce cortos años de su vida fueron brutales. Y esos recuerdos son el antídoto de su ausencia. Esos recuerdos son parte de la razón por la que seguir tirando para adelante. Esos recuerdos son los que tengo y son con lo que me quedo. Pero extrañamente, o no, ni quiero ni puedo olvidar ese mes de septiembre. Sin duda el peor mes de mi vida.

Mireia no está conmigo físicamente. Me acuerdo de su nacimiento, de su voz, de su risa contagiosa, de su sonrisa, de su mirada, de sus chistes (que malos eran), de sus gestos, de su amor a todos, de su felicidad. Me acuerdo de verla y oírla jugar con sus muñecos o de ponerse sus disfraces. Mi princesa.
Me acuerdo de sus rabietas y sus pataletas de cuando era niña y de ahora, siendo una preadolescente. Me gustaban y me reía cuando con su madre las comentábamos.
Me acuerdo de cómo hacía los deberes y de preguntarle la lección. Me acuerdo que siempre había que ver en la televisión sus programas y series o de poner su música en el coche.
Me acuerdo de levantarla a las 8 de la mañana para ir al colegio. Y de ir a buscarla por la tarde y cuando salía, siempre de las últimas con sus amigas, de decirme "hola papi" y me daba ese besito que me sabía a gloria bendita.

Sus recuerdos está presentes. Están conmigo. Siempre estarán.

Me acuerdo que de bien pequeña no quería dormir la siesta y yo le hacía el poder de los pulgares. Ni con esas . Me acuerdo que solo le gustaban los potitos "Hipp", de cómo se tomaba su San Francisco en verano o como le gustaba la carne, "poco hecha", decía. Comía de todo menos la fruta, que solo la comía con su tía Bárbara.

Me acuerdo de todos los veranos y de ir La Pineda. "Ya irás a otro sitio cuando ya no vaya contigo de vacaciones porque me iré con mis amigas" me decía cada vez que le proponía ir a otro lugar de vacaciones. Me acuerdo de ir a Port Aventura todos los veranos y de subirnos juntos a todas las atracciones. "Yo me subo con mi padre". Me acuerdo de ir a esquiar.
Me acuerdo de llevarla conmigo a casi todos los sitios, incluso a hacer visitas de trabajo.

Me acuerdo de llevarla a montar a caballo. Yo lo pasaba mal pero ella era feliz con sus amigas y sus caballos. Me acuerdo de llevarla al tenis.
Me acuerdo de ir a Bilbao a ver el musical de "Patito Feo" y esperar más de dos horas a que saliera la protagonista porque quería un autógrafo. Me acuerdo de ir a Barcelona a ver "Violetta" al Palau Sant Jordi y ver su cara de felicidad. Se sabia todas las canciones (y yo casi)

Me acuerdo de sus obras de teatro, de sus exhibiciones de gimnasia rítmica, judo, francés o patinaje. Disfrutaba de todo lo que hacía.
Me acuerdo cuando ponía su "cara fea" y me asustaba. O cuando se maquillaba y me preguntaba "¿me he pintado como una puerta?" Me acuerdo cuando se le cayó el primer diente, y el segundo...

Me acuerdo del día a día. De poner la mesa para comer o cenar. De sus duchas. De dormir conmigo. El día a día. Me acuerdo de sus llamadas para decirme las notas de los exámenes o para decirme hola. Me acuerdo de tus whatsapp.

Me acuerdo de todo. Podría escribir cientos de recuerdos. Miles. Millones. Todos positivos, aun cuando la reñía.

Noto su ausencia. Se nota y mucho. Es un vacío inmenso. Lloro mucho porque no está conmigo físicamente. Se me rompe el alma. Pero tengo su recuerdo, su presencia en mi cabeza, y eso nunca se me olvidará ni nadie podrá arrebatármelo.

Mireia, cariño, tu recuerdo es el antídoto a tu ausencia.

#MireiaTeQuiero