jueves, 6 de julio de 2017

El túnel de mi vida

En un túnel. Así vivo ahora desde ese maldito y asqueroso día en que el "puto bicho" acabó con la vida de Mireia y, en cierta manera, con la mía. Muerto en vida. Un túnel interminable, inhumano, duro y complicado.

A lo largo de nuestra vida entramos en túneles, unos más cortos, otros más largos pero (casi) siempre salimos de ellos. Se suele decir "por fin veo la luz al final del túnel". Pero yo de este túnel no veo esa luz al final y la del principio me cuesta mucho recordar como era. Supongo que sí existe pero ni la veo ni la intuyo ni la imagino ni siquiera sé si existe ya. No veo ese final porque Mireia no permitía que entrara en ningún túnel. Mi hija era mi luz, mi camino, mi vida, mi sonrisa, mis ganas de vivir, mi hacer, mi alma, mi motivación, mi superación, mi porqué...mi todo. Y ¿ahora?

Pero ese túnel oscuro, tenebroso, está lleno de luces que indican por donde seguir. Esas luces que indican el camino para no quedarte paralizado, inmóvil, depresivo, solo, perdido. Esas luces que te alumbran el camino y que te guían hacia ese posible final del túnel. Esas luces que siempre estuvieron, están y estarán para acompañarte en ese viaje que es la vida.

Esas luces que brillan, guían y acompañan son todas esas personas que no dejan a uno solo. Esas personas que me rodean y me ayudan. Sois todos vosotros que de una manera u otra me guiáis a buscar el final del túnel. Os aviso que el túnel es largo, mucho, y que sinceramente dudo que exista un final porque la muerte de una hija es inhumano, antinatural, muy doloroso y difícil de superar (si se supera).

Tendré que acostumbrarme a seguir viviendo en este túnel pero que con vuestra ayuda es mucho más llevadero. Algunas luces ya me veníais ayudando desde hace tiempo y otras nuevas os habéis encendido a lo largo de este camino. Familia, amigos, compañeros de trabajo y política, clientes, los que me conocéis personalmente o bien ya somos conocidos sin conocernos (que paradoja, eh) a través de las redes sociales, sois mis luces que me ayudáis a hacer este camino. Y de vez en cuando me sacáis del túnel a una salita a través de esas puertas de emergencia para disfrutar un poco de la vida. Lo conseguís pero ese túnel siempre esta ahí y te absorve metiéndote otra vez en él para seguir el camino de la vida.

Mi vida es un túnel. Un túnel interminable, inhumano, duro, complicado pero muy iluminado.



No quiero acabar esta entrada sin decir un "lo siento" a mis amigos de siempre: Crispe, Óscar, Tximo, Ramón, Cristina, Ana G, Marta, Ernesto, Ana A, Fran y Carmen. Os tengo "medio abandonados". Lo sé. Soy consciente de ello. Os quiero y lo sabéis. Pero me resulta muy doloroso, duro y difícil hacer lo que hacíamos. Todo lo hacía con Mireia y no sabía hacer nada sin ella. Me duele, y no sabéis como porque nunca os lo he dicho, el quedar, por ejemplo, todos juntos los sábados para ir a cenar y que Mireia no esté; o el ir a La Pineda y disfrutar del verano con vosotros. Sé que para vosotros es también muy duro porque nuestra Mireia, vuestra sobrina, era especial. Pero para mi ver la mesa y que falte un cubierto, ir a la playa, dar un paseo, celebrar un cumpleaños y que Mireia no esté es insoportable. Se me rasga el alma. Cuando quedamos hago esfuerzos para no derrumbarme y que no me notéis mal, pero es que duele una barbaridad. Lo siento de corazón. Necesito tiempo. Lo necesito.

#MireiaTeQuiero

1 comentario:

  1. Tus palabras resuenan en mi corazón, Sergio, querido... Es imposible hacer la vida de antes.
    Me encanta cómo escribes, cómo expresas lo que sientes. Eso, tu valentía al copafrtir, nos ayuda a todos. Gracias por no tirar la toalla, a pesar del túnel.

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