Hola
Mireia:
Hoy
quizás te hubieras levantado junto a mí en mi cama para ir al instituto y nos hubiéramos
dado ese besito de buenos días. Supongo que no querrías que te acompañara
porque ya serías mayor, o quizás sí. Hoy quizás te hubiera preparado la leche y
unas galletas para el desayuno y el bocata para el recreo. Hoy quizás te
hubiera recriminado que llegabas tarde porque como siempre ibas lenta para
levantarte y desayunar. Hoy quizás te hubieras ido a casa de los yayos a comer.
Hoy quizás hubiéramos estudiado juntos para preparar el próximo examen. Hoy
quizás te hubiera dicho 20 veces “Mireia a la ducha mientras preparo la
cena”. ¿Arroz? Ese arroz que decías que era el mejor del mundo. Ay madre!!! Con
lo mal que cocino. Hoy quizás hubiéramos visto tu serie de la TV. Eras la jefa
del mando a distancia. Hoy quizás me hubieras dicho cinco minutos más para irte
a la cama que mañana hay que madrugar. Hoy quizás me hubieras dicho “buenas
noches papi. Dame un besito”.
Hoy
quizás hubiera sido un día normal. Un día cualquiera pero no lo es. Hoy vuelve
a ser 26 de septiembre. Hoy es el tercer aniversario de tu muerte. Tres años
desde que el “puto bicho” te mató. Hoy quizás hubiera sido un día más. Ojalá.
Mireia,
todos los días 26 son dolorosos y me desgarran el alma y el corazón. Es verdad,
cariño, que las fechas señaladas como tu cumpleaños, las navidades, pilares…son
tristes. Sin embargo, lo que más duele son esos días normales, ese día a día en
que podía disfrutarte, amarte, besarte, reñirte, jugar contigo, hacer lo que todos
los padres hacen con sus hijos… El día a día duele y tu ausencia es un vacío
que rebosa, el silencio de no oírte es ruido.
Hoy, y
como cada 26 de septiembre, el “puto bicho” vuelve a coger un poco de fuerza.
Remueve el minuto a minuto de esa trágica madrugada, de ese día tan asqueroso. Pero
ahí estas tú con tus collejas. Esas collejas en forma de cariño y amor que me
mandas, desde no sé dónde, para decirme que siga adelante, que no me pare, que
el sol sale todos los días, que tengo que seguir luchando, que me levante. Como
aquel día en el tanatorio estando a solas y me dijiste “papi, está todo ok”. El
poder de tu sonrisa está haciendo que mamá (como te quiere, SN) y yo sigamos
luchando día a día para que ese “puto bicho” no pueda ganar ni una sola batalla.
Nos arrebató lo que más queríamos pero no va a poder ganar más ya que tu sonrisa y tu recuerdo son nuestras
armas para enfrentarnos a los fantasmas de los días 26.
Mireia,
“teti”, hoy quizás hubiera sido un día más. Pero no lo es. Han pasado tres
años, cortos o largos, no lo sé. El tiempo no lo cura todo. Lo que sí sé es que
te echo mucho de menos. Y extraño esa normalidad que ya no tengo. La único
cierto es que te quise mucho, te quiero con locura, que te querré para siempre
y cada día más.
Mireia,
hoy quizás hubiera sido un día más.
#MireiaTeQuiero
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