miércoles, 26 de abril de 2017

Tres días

Tres días horrorosos. Tres días de sufrimiento, dolor, pena, tristeza, incredulidad, de llanto, pérdida, de sensaciones. Tres días que siempre recordaré. Nunca los olvidaré. Tres días que se repiten cada mes. Tres días, muerte, tanatorio y entierro. 26, 27 y 28. Tres trágicos días.

Tres días de septiembre del 2015 que fueron los peores de mi vida. Tres días que se repiten todos los meses y que no se pueden olvidar, ni saltar, ni desaparecer ni encerrarse en uno mismo. Tres días que hay que pasarlos y que nunca olvidaré lo que viví, sentí y lo que perdí.
Viví la muerte de mi hija. Lo más antinatural e inhumano que puede pasar un ser humano. Sentí como se me desgarraba el alma a la vez que sentía el cariño y amor de la gente; y perdí lo que más quería, mi niña.

Tres días que empiezan con la trágica madrugada del 25 al 26. Aquella trágica madrugada. Maldita noche. Puto bicho. El día 26 a las 14:30 horas, siempre es un mal recuerdo. Una mala sensación. Aquella asquerosa hora en la que los médicos certificaron la muerte de Mireia. Como duele escribir esta palabra: muerte.
Tres días. El 27, el día del tanatorio y del duelo. El día en que realmente fui consciente de lo que estaba sucediendo. El 26 estaba en una nube de incredulidad. Pero el 27, ver el cartel de la sala del tanatorio con su nombre. Ver a mi hija en su ataúd rodeada de miles de flores. Sentir el dolor desgarrador de familia y amigos que vinieron a despedirse de Mireia y a darnos un abrazo, besos y caricias. Todo cariño. Oír los lloros de sus amigos. Todo eso me hizo pasar de la incredulidad a la cruel realidad. Un día largo ese 27 de septiembre del 2015 que no quería que acabase porque no quería dejar a mi hija sola. No quería despedirme de ella. No quería que llegase el día 28, el homenaje y entierro.
El 28 quisimos que fuese un homenaje a Mireia y que todo el que quisiera le dedicara unas palabras: anécdotas, el último adiós, el te quiero, el cómo te voy a echar de menos...un homenaje con sus canciones sonando de fondo. Ese día fue el último que pude darle un besito en la mejilla y que le pude coger su mano. Qué dolor, madre mía.

Tres días, 26, 27 y 28 que todos los meses vuelven a repetirse. Tres días en los que el dolor que vivo se recrudece. Tres días en los que me cuesta entender el porque. Tres días en los que noto, más si cabe, la ausencia de Mireia y la necesidad de estar con ella. Mi hija. Mireia. Tres días en los que su sonrisa me hace más falta para que mi sonrisa no se apague. Tres días.

#MireiaTeQuiero

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