22 de septiembre
del 2015
Otro
día más de tensión, nervios, preocupación. Los días van pasando y se nos nota
más preocupados y cansados. No vemos mejoría y cada día hay algo malo nuevo.
Esta situación nos está destrozando poco a poco por dentro y por fuera. La incertidumbre
es lo peor. Y hoy…
Nos dan
el parte de la mañana. Mireia no mejora. Tiene un nuevo síntoma de esos
raros. Tiene paralizada su parte izquierda del cuerpo. Ni la mueve ni la
siente. Y además sigue sin visión periférica.
La punción
lumbar no ha dado nada positivo. Seguimos sin saber qué tipo de puto bicho es
con lo que han decidido mandar a microbiología para que lo analicen con carácter
de urgencia. Nos avisan que tardarán en decir los resultados pero en cuanto
estén, lo sabremos con total seguridad. También se han puesto en contacto con
otros hospitales de referencia de Madrid y Barcelona para intercambiar opiniones.
La prueba de la tuberculosis ha salido negativa. Mañana le harán el scanner.
Los médicos se están dejando la piel.
Entramos
a verla y los ojos se nos ponen vidriosos. “¿Hola Mireia? Cariño, ya estamos aquí”.
No podemos llorar. Tenemos ganas pero no podemos, no debemos. No. La procesión va
por dentro. El estómago está encogido. El alma está rota. El corazón palpita a
mil. Ver a tu hija así es lo peor que puede pasar a un padre y una madre.
Tenemos que estar y ser fuertes por ella. Nos tiene que sentir plenos y con la
confianza de que juntos vamos a salir de esta tremenda pesadilla. Me la como a
besos.
Hoy de
nuevo le pongo su música. La calma y le hace bien. Merche y yo decidimos que
mañana traeremos un pen drive para que escuche su música. Se lo encargaremos a sus primos que
saben más que nosotros de la música de Mireia. Los médicos nos dan permiso, eso
sí, con volumen bajo. Algunas canciones
las cantamos juntos como hacemos en el coche. Parecemos un dúo musical. Suena
entre otras canciones “Tic Tac” de los Auryn (su grupo preferido).“Papi quédate
tú el IPad que yo ya me la sé y tú no y así lees la letra”. Me hace sonreír. Este
es su superpoder.
Sigue
comiendo poco. Normal. Está llena de medicamentos y sueros. Lleva tumbada sin
moverse más de 10 días. Si casi no tengo apetito yo, cómo va a comer Mireia.
Nos
tenemos que ir y por la tarde ya volveremos. Esperemos que el nuevo parte sea
con buenas noticias. Siempre lo esperamos. Pero no es así. Sigue igual.
Volvemos a entrar y más besos, abrazos, caricias. Más música. Y mucho amor.
Mucho. Por la tarde casi no nos habla. Está muy apagada. Malo.
Salimos
y contesto a todos los WhatsApp dando el parte médico.
Estoy cansado.
Agotado física y psicológicamente. Destrozado. Sin ganas de nada, solo de
llorar. Quiero que se ponga buena y salir de la UCI. Que vuelva a casa y seguir
con nuestra vida. Tengo que ser fuerte por ella, por mí, por Merche, por mis
padres, por todos…sobre todo por ella. No puedo permitirme la mínima caída. Si
me derrumbo, caigo y no seré útil para mi hija. Juntos, con nuestro amor,
tenemos que superar esta pesadilla. El puto bicho está haciendo mucho daño a Mireia,
sin embargo, a su madre, a mí y a todos los que queremos a Mireia nos está
dañando también.
Las noches
son largas y malas. Poco se duerme ya.
Continuará…
#MireiaTeQuiero
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