19 septiembre
2015
Cada vez
se hacen más pesadas esas horas interminables hasta que podemos volver a estar
con Mireia.
Las noticias
del parte médico siguen siendo malas. No saben aún qué tipo de puto bicho es. Y
siguen apareciendo nuevos síntomas raros. Los médicos siguen desconcertados.
Entramos
para estar con Mireia. La veo muy mal. Ha empeorado mucho de ayer por la noche
a hoy. Mucho. Veo a Mireia como a esos niños que sufren de parálisis cerebral.
Por mi trabajo suelo ver estos casos (se me parte el ama). Hace movimientos
bruscos, espasmos y grita. Hoy ya no habla nada. El puto bicho está en pleno
auge, en plena actividad del mal. Es el peor día de todos.
Estoy destrozado
por dentro, sin embargo, tengo que sacar fuerzas y sonrisas de donde sea para y
por Mireia. Me debe notar optimista. Me debe sentir que todo va ir bien y que
pronto se va a curar. Que ella es más fuerte que el puto bicho y que nuestro
amor va a ganar esta batalla. Le damos millones de besos. Ella hoy no puede y
eso me jode mucho. No notar sus labios y su cariño me rompe. Los echo de menos.
Le cogemos la mano. Le rasco. Le hago masajes en los pies. Le hago lo del “poder
de los pulgares”. Cuando tenía unos 2-3 años no solía dormir la siesta. Era misión
imposible y le decía: “duerme que sino sacaré mis pulgares que tienen el poder
de hacerte dormir” (es pasar los pulgares de manera muy suave por los parpados
y cejas). A veces funcionaba y otras muchas no, ya que se hacía la dormida y después
de partía de risa. Me acuerdo como si fuera ayer.
Nos tenemos
que ir y Merche y yo salimos con un silencio que duele. La preocupación es total. Estamos
acojonados. Así no es mi hija. Mi niña es feliz, sonriente, bromista, buena
persona, juguetona, risueña, contestona, comedora…y hoy no la he reconocido
¿Qué le está haciendo el puto bicho? ¿Por qué está siendo tan cruel? Confianza plena con los médicos. Se están dejando la piel con Mireia. Se nota.
Se les ve. Son unos profesionales de la medicina y les jode no dar con la
solución.
Volvemos
por la tarde. Sigue igual. Más besos. Más caricias. Más cariño. Más amor. Más de
todo. Más lucha.
Recibo una
llamada. Son Ángel y Iosu que han venido desde Bilbao para verme y
darme su apoyo, su cariño y un gran abrazo. Los pobres han venido en el peor día.
¡Amigos!. Cenamos juntos y pronto a casa. Estoy muy cansado física y, sobre
todo, psicológicamente.
El WhatsApp
sigue ardiendo. No hay momento en que alguien no me pregunte. Les doy el parte
y describo la situación. Mucha preocupación ¡Amigos!
¿Y mañana…?
Continuará…
#MireiaTeQuiero
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